El joven activista saharaui por los derechos humanos, Hassanna Aalia, de 28 años, fue detenido ayer por la Policía Nacional cuando viajaba de Galicia a Burgos. Según el propio Aalia, se le abrió un expediente de expulsión. Sin embargo, en plena crisis europea sobre los refugiados políticos, el saharaui está en España a la espera de la respuesta a un recurso que él mismo presentó ante la Audiencia Nacional. Aalia solicita asilo político, pues está condenado a cadena perpetua en Marruecos por un tribunal militar –en un juicio denunciado por numerosas organizaciones internacionales por no cumplir con las garantías procesales–, por haber participado en protestas pacíficas a favor de los derechos del pueblo saharaui. Cuenta su historia a cuartopoder.es.
— ¿Qué sucedió ayer?
— Estaba volviendo de Galicia en el tren y a media hora de Burgos entraron en el vagón dos policías secretas, vestidos de paisano, y me enseñaron las placas y me pidieron los papeles. Les presenté los papeles de la Audiencia Nacional, las medidas cautelares, todo. Uno de ellos estaba hablando por teléfono y me dijo que cogiera mis cosas y me fuera con ellos porque no tenía papeles. Yo les repetí que esos papeles eran de la Audiencia Nacional, pero me hicieron bajar. Un ciudadano que estaba en el tren les dijo que me habían identificado por tener un color diferente. Me llevaron a la comisaría en Burgos. En la comisaría les conté que había presentado un recurso en la Audiencia Nacional, pero me dijeron que iban a tramitar un expediente de expulsión por no tener los papeles, no les valía lo de la Audiencia Nacional. Estuve allí hasta las 20.00 horas, vino un abogado de oficio y me dijeron que tenía que firmar, pero me negué. Me dijeron que tenía 48 horas a partir de entonces para presentar un recurso contra el expediente de expulsión. Luego me soltaron.
— ¿Cómo se siente?
— Es algo vergonzoso. Después de todo lo que he pasado, me metieron en una celda, en el calabozo, como si fuera un delincuente. Me venían recuerdos muy duros de todo lo que me han hecho los marroquíes en lo territorios ocupados del Sáhara Occidental. Yo tengo los papeles en regla, es algo vergonzoso. Hay muchas personas a las que les pasa lo mismo, en este momento, sólo por tener otro color de piel.
— ¿Qué le podría ocurrir si se tramitara la orden de expulsión?
“Mis compañeros internados en la cárcel de Sale están sufriendo tortura y maltrato” |
— Lo que le ha pasado a mis compañeros, es decir, cumplir una condena de cadena perpetua, pero antes de llegar a la cárcel me espera todo tipo de sufrimiento y de tortura. A cinco de mis compañeros les han violado sexualmente con botellas de cristales, y pidieron en el juicio que se hiciera una autopsia. Mis compañeros que están en la cárcel de Salé están sufriendo tortura y maltrato y psicológicamente no lo pueden soportar. Eso es lo que me podría pasar.
— ¿Sigue manteniendo contacto con los compañeros que tiene en las cárceles marroquíes?
— Sí, con sus familias. Hace poco entraron a sus celdas, los maltrataron, les quitaron los libros y sus cosas. Desde El Aaiún, los saharauis y las familias no dejan de tener contactos con ellos.
— Usted reclama en el Estado español asilo político, ahora que está tan al orden del día la crisis de los refugiados, ¿cómo se entiende lo sucedido ayer?
— Es algo vergonzoso. En los medios de comunicación salen los políticos diciendo que hay que proteger a los refugiados políticos, darles un refugio. Prometen muchas cosas. Yo soy un ejemplo real de un refugiado que lo está pasando muy mal. No puedo coger un avión y estoy haciendo miles de kilómetros para dar conferencias sobre la situación en los territorios ocupados sin poder coger un avión. Los políticos están mintiendo a la población sobre el tema de los refugiados, no hay un trato humano a los refugiados.
— ¿Por qué vino a España?
“Si prosigue mi expulisión iría al Tribunal Europeo. No me pueden expulsar de una forma legal” |
— Vine dos veces. La última vez, en octubre del 2011, para estar tres meses en un proyecto para activistas de derechos humanos saharauis. Cuando llevaba un mes en España salió una orden de búsqueda y captura de un tribunal militar marroquí, entonces decidí quedarme aquí y solicitar asilo político. En enero de 2012 presenté la solicitud y desde entonces estoy esperando. En 2013 se celebró el juicio militar contra mis compañeros y contra mí y el 17 de febrero salió la sentencia y me condenaron a cadena perpetua en rebeldía. Yo presenté informes de las organizaciones internacionales que trabajan por los derechos humanos. En ellos aparece mi nombre como que he sido torturado muchas veces en los territorios ocupados por luchar pacíficamente. En enero de este año recibí la negación del asilo, con una salida obligatoria del país. Con esta negación el Estado español legitima a un tribunal militar ilegal que ha condenado a saharauis por luchar pacíficamente por sus derechos. Numerosas organizaciones internacionales, incluso organizaciones de derechos humanos marroquíes, han denunciado ese juicio realizado por un tribunal militar a civiles. También abogados de muchos países estuvieron como observadores internacionales y denunciaron que el juicio se celebró sin garantías. También lo hicieron europarlamentarios y parlamentarios de diferentes comunidades autónomas, así como Amnitía Internacional, Human Rights Watch o la Fundación Robert Kennedy. Con todo esto, recibí la denegación y presenté un recurso ante la Audiencia Nacional, que admitió mi recurso. También presenté unas medidas cautelares y la Audiencia Nacional suspendió mi expulsión hasta que se termine el proceso judicial. Si prosigue mi expulsión iría hasta el Tribunal Europeo, por lo que todavía falta tiempo para que se termine el proceso judicial. No me pueden expulsar legalmente.
— ¿Por qué le llamaron a juicio?
— A mí me juzgaron dos veces por el mismo hecho. Ocurrió en octubre del 2010, cuando los saharauis levantaron un campamento pacífico fuera de El Aaiún. Un total de 20.000 saharauis salimos al campamento y dijimos que no volveríamos a las ciudades hasta que se cumplieran nuestros derechos sociales y políticos. De una manera pacífica, resistimos en el desierto a 15 kilómetros de El Aaiún. Pedíamos nuestro derecho a la autodeterminación, pero también nuestros derechos sociales, como que empresas españolas y europeas dejen de robar los recursos naturales que pertenecen a los saharauis, porque estamos muriendo de hambre en nuestra propia tierra. Este campamento rompió el bloqueo informativo y salieron noticias en todo el mundo. El campamento no duró mucho porque a principios de noviembre los militares marroquíes lo asaltaron, lo destruyeron todo y asesinaron a personas. Después de este campamento hubieron 200 presos que estuvieron esperando el juicio. En mi caso me detuvieron dos meses después, me torturaron, me maltrataron y ahí salí en libertad provisional.
— ¿Qué tiene pensado hacer después de lo de ayer?
— Lo que me digan los abogados. No sé lo que vamos a hacer. Estoy indignado, estoy muy mal. Si estoy esperando un recurso, ¿tengo que presentar otro recurso? Estoy esperando lo que diga al respecto la Audiencia Nacional. ¿Acaso no reconocen a la Audiencia Nacional?
— Sin embargo, está recibiendo mucho apoyo…
— Estoy recibiendo mucho apoyo de muchas personas del Estado español. Hay mucha gente solidaria de verdad, no como los políticos, y tengo el apoyo más fuerte, el de los pueblos del Estado español. Tengo mucho que agradecer también al movimiento solidario con el pueblo saharaui y a algunos parlamentarios que me están ayudando mucho. Lo agradezco de corazón.